Las tipografías por estilos
Las tipografías caligráficas o manuscritas son aquellas que emulan la escritura manual, ya sea mediante pinceles, plumas, rotuladores o cualquier otro instrumento de escritura.
También llamadas glíficas o incisas, son aquellas tipografías evocadoras de las grabadas en la piedra. Pueden tener serifs o simplemente un pequeño aumento del grosor al final de los trazos. Debido a estar cinceladas en la piedra, no suelen tener unos pal
Son llamadas tipografías con serif las que llevan remate en los extremos. Tienen su origen en la antigüedad, cuando se tallaban en bloques de piedra. El tallador desarrolló esta técnica para asegurar que los bordes de las letras fueran rectos.
Son aquellas tipografías que comparten el estilo propio de una época o lugar. Debido a sus formas tan características y su personalidad definida y concreta, son apropiadas para dar un carácter histórico o cultural a un diseño.
Su aparición se remonta a la Edad Media (siglo XIII) cuando los escribas utilizaban la pluma girada 30º para dibujar las letras. Más tarde serían tomadas por Gutemberg para hacer los primeros tipos móviles. Tuvieron gran éxito en Europa.
Son tipografías aparecidas en el siglo XX gracias al gran avance industrial y responden a la necesidad del hombre de adaptar las letras para comunicarse con las máquinas o ser mostradas en pantallas pixeladas.
Es el resultado de la mezcla de dos o más tipografías o estilos distintos por lo que no se adaptan a ninguna de las demás clasificaciones. Por ejemplo, mezclas entre tipografías sin serif con otras que sí la tienen.
Tipografías creadas no a base de letras sino con gráficos. No sirven por lo tanto para escribir textos sino que sus caracteres contienen ilustraciones, signos o cualquier otro motivo gráfico.
También llamadas de palo seco, estas tipografías se caracterizan por la ausencia de remates en los extremos. Aparecieron en Inglaterra durante la primera mitad del siglo XIX para su uso en impresos comerciales como carteles o etiquetas